miércoles, 21 de diciembre de 2016

Ansiosa





Reconocería su aroma, pero ahora ya no esta. 
Sólo sus palabras siguen retumbando en mi cabeza... maldita bruja si no fueras tan hermosa, no seguiría tus consejos.

-Y eso voy a hacer-

Camino lentamente por la calle oscura, a lo lejos los puedo ver, siguen bebiendo cerveza en sus motos de alto cilindraje acompañados por sus putas baratas de media hora.

-¡Oigan!- grite con todas mis fuerzas.
-¡Aquí estoy! si son tan varones vengan y me dicen lo que le quieren hacer a mi mujer, ¡vengan perros lambezuelas!-

-Y los 4 hombres me miran con frialdad mientras dejan caer sus cervezas al suelo, son viejos sicarios del barrio aunque sus edades no pasan de los 20.

-Matemos a este perro, ya me la voló- grita el mas viejo. 

-Llevémoslo al picadero, allí el tuerto le sacara los intestinos mientras se desangra jajaja- 

-Cierren la jeta, a este insolente yo mismo lo pico con mi puñal- exclama con molestia el criollo, jefe de la banda-

Saca su navaja reluciente, sigue siendo un hombre alto y musculoso pero ahora se le empieza a notar en sus mejillas huesudas que la droga ha hecho mella.

-Yo sigo de pie esperando que me muelan a golpes, mientras contengo las ganas de orinar-

-¡Déjenlo quieto!- amenaza una sombra en lo alto del poste de luz 

Es mi hermosa Magenta vestida con su plumaje negro y un casco de moto que lleva un buitre, enmarcando su rostro blanquecino y esos ojos que ahora rojos brillan- 

-jaja, este mancito necesita que su mujercita lo cuide, que cobarde.
se rie con burla el Criollo.

-Y es que la bruja zorra incluso disfrazada de buitre sigue estando buena.-

Pero no alcanzó a terminar de seguir diciendo sandeces, la mitad de su cara cortada de tajo, cae llena de sangre junto con los brazos.

Ahora sólo le queda el tronco arrodillado sin cabeza, que dispara chorros de sangre y salpica a sus secuaces que no paran de gritar.

-¡Maldita zorra!- ¡mato a criollo!-

Se abalanzan con sus puñales hacia ella, incluso uno saca su arma y dispara, pero mi magenta es tan veloz que no la puedo ver,  como una sombra con su daga ceremonial de hueso blanquecino corre velozmente entre los matones y corta sus gargantas.

Después de la masacre aun con la respiración agitada, camina sensual haciendo sonar sus largos tacones en el pavimento hasta llegar donde yo estaba y  sonriente me dice con la cara  salpicada de sangre pero con una sonrisa excitada y gustosa:

-Gracias amor, necesitaba liberar mi ansias de sangre.-

Por Renzo Corredor

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